Cómo saber si eres un ángel
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Los ángeles son seres divinos de amor y luz, enviados aquí para proteger, curar y guiarnos en nuestro viaje por la vida. Trabajan por nuestra paz y felicidad y están aquí para ayudarnos a cumplir la misión de nuestra vida en la tierra.
Nos envían mensajes de inspiración y sabiduría para guiarnos en momentos difíciles de nuestra vida o advertencias para protegernos del peligro. Los mensajes pueden ser bastante sutiles, algo tan simple como una insinuación, un empujón o un sentimiento.
Aunque los Ángeles pueden comunicarse con nosotros de muchas maneras, tú eres siempre el experto en lo que puede significar la señal y cómo se aplica a tu vida. Se dice que los Ángeles siempre respetarán tu libre albedrío; aunque te ofrezcan su guía, siempre depende de ti aceptar o rechazar su ayuda.
Aunque cualquier pluma puede ser una señal, las plumas blancas se consideran a menudo como la “tarjeta de visita” de los Ángeles. Una pluma puede ser especialmente una señal de los Ángeles si aparece en algún lugar inesperado, como en tu bolso o en un estante de tu casa, donde su presencia no puede explicarse fácilmente.
Ángel de la guarda
En la Biblia, los ángeles se aparecen a las personas de formas imprevisibles y variadas. De una lectura casual de las Escrituras, una persona podría tener la idea de que las apariciones de ángeles eran algo común, pero ese no es el caso. Hoy en día existe un creciente interés por los ángeles, y hay muchos informes de apariciones angélicas. Los ángeles forman parte de casi todas las religiones y, en general, parecen tener el mismo papel de mensajeros. Para determinar si los ángeles aparecen hoy en día, primero debemos tener una visión bíblica de sus antiguas apariciones.
La primera aparición de los ángeles en la Biblia es en Génesis 3:24, cuando Adán y Eva fueron expulsados del Jardín del Edén. Dios colocó querubines para bloquear la entrada con una espada de fuego. La siguiente aparición angélica es en Génesis 16:7, unos 1.900 años después. Agar, la sierva egipcia que dio a luz a Ismael a Abraham, recibió instrucciones de un ángel para que regresara y se sometiera a su ama, Sarai. Abraham fue visitado por Dios y dos ángeles en Génesis 18:2, cuando Dios le informó de la inminente destrucción de Sodoma y Gomorra. Los mismos dos ángeles visitaron a Lot y le indicaron que escapara de la ciudad con su familia antes de que fuera destruida (Génesis 19:1-11). Los ángeles en este caso también mostraron un poder sobrenatural al cegar a los hombres malvados que amenazaban a Lot.
Quién es mi ángel de la guarda
El libro de Hebreos proporciona los descriptores clave de los ángeles: “¿No son todos espíritus ministradores enviados a servir en favor de los que han de heredar la salvación?” (Heb. 1:14). De este texto aprendemos que los ángeles son espíritus, son servidores y tienen una misión. Agustín (354-430 d.C.) lo resume muy bien: “Ángel” es el nombre de su oficio, no de su naturaleza. Si buscas el nombre de su naturaleza, es ‘espíritu’; si buscas el nombre de su oficio, es ‘ángel’: por lo que son, ‘espíritu’, por lo que hacen, ‘ángel'”1. Para Agustín los ángeles son servidores y mensajeros. Ese es su oficio.
Dionisio el Areopagita (c. 500 d.C.) pensaba lo mismo. Desarrolló una elaborada jerarquía de ángeles que ha influido en la angelología católica y ortodoxa. Agrupó a los ángeles en tres grupos de tres. El orden más alto es el más cercano a Dios, el más bajo es el más cercano a la humanidad. En este esquema, los serafines son los más altos del coro del cielo, cuya función es adorar al Dios trino. Los ángeles son los más bajos de los seres celestiales porque llevan el mensaje divino a nosotros, las criaturas terrestres. El problema con el esquema de Dionisio es que está a la deriva de las Escrituras. Sabemos que hay ángeles y arcángeles. Miguel, por ejemplo, es un arcángel y líder del ejército angélico (Judas 9 y Apocalipsis 12:7). Pero más allá de eso es una especulación.
Cómo conectar con tu ángel de la guarda
Según la tradición cristiana, cada uno de nosotros tiene un ángel de la guarda, que nos acompaña desde que nacemos hasta el momento de nuestra muerte, y permanece a nuestro lado en cada momento de nuestra vida. La idea de un espíritu, de una entidad sobrenatural que sigue y supervisa a cada ser humano, ya estaba presente en otras religiones y en la filosofía griega. En el Antiguo Testamento podemos leer que Dios está rodeado de una auténtica corte de figuras celestiales que le adoran y realizan acciones en su nombre. Incluso en estos libros antiguos, son frecuentes las referencias a los ángeles enviados por Dios como protectores de las personas y los individuos, así como mensajeros. En el Evangelio, Jesús invita a respetar incluso a los más pequeños y humildes, en una referencia a sus ángeles, que los vigilan desde el cielo y contemplan el rostro de Dios en todo momento.
El Ángel de la Guarda, por tanto, está vinculado a todo aquel que vive en gracia de Dios. Los Padres de la Iglesia, como Tertuliano, San Agustín, San Ambrosio, San Juan Crisóstomo, San Jerónimo y San Gregorio de Nisa, sostenían que existía un ángel de la guarda para cada persona, y aunque todavía no había una formulación dogmática sobre esta figura, ya durante el Concilio de Trento (1545 – 1563) se afirmó que cada ser humano tenía su propio ángel.